Dando nueva vida a nuestras escuelas: lecciones de la pandemia sobre la calidad del aire interior
Descubra cómo los sistemas de aire interior desempeñan un papel fundamental para frenar la propagación de patógenos en los entornos escolares.
La pandemia de la COVID-19 interrumpió el funcionamiento de las escuelas en todo el país y puso la importancia de la calidad del aire interior en el centro de los debates sobre salud pública. Inicialmente, la atención se centró principalmente en la desinfección de las superficies y la higiene personal, ya que una preocupación común era la transmisión de patógenos a través de la contaminación cruzada de las superficies.
Sin embargo, a medida que la pandemia continuaba, los especialistas en control de infecciones, los ingenieros de salud ambiental en interiores y los epidemiólogos comenzaron a buscar formas de comprender mejor la propagación de los virus. Se dieron cuenta de que la calidad del aire interior y la ventilación juega un papel fundamental para reducir la transmisión de patógenos en aerosol. A medida que se desarrollaba la pandemia, se produjo un cambio de paradigma, que centró nuestra atención en una amenaza más insidiosa y menos visible: las partículas suspendidas en el aire.
El reciente Segmento de «60 minutos», «El aire que respiramos», ha puesto de relieve los avances y desafíos para mejorar la calidad del aire interior, especialmente en las escuelas. Las soluciones e investigaciones destacadas en este campo subrayan la urgencia y la necesidad de actuar, sentando las bases para una exploración más profunda de por qué y cómo debemos priorizar la calidad del aire para proteger nuestras comunidades.
El enfoque original de la desinfección durante la pandemia de COVID-19
En la batalla contra el nuevo coronavirus, el mundo inicialmente se armó con toallitas antibacterianas, jabones y desinfectantes. El sonido de las superficies al fregarse se convirtió en la percusión de nuestra vida diaria, ya que nos centramos en limpiar las superficies, garantizar la seguridad alimentaria y reforzar el rigor prácticas de higiene de manos.
Los distritos escolares de K-12 reflejaron este enfoque, erigiendo escudos y barreras de plástico con la esperanza de formar un bloqueo físico contra el sigiloso virus. Estas medidas se aplicaron con diligencia en las escuelas de todo el país, que se convirtieron en fortalezas que intentaban mantener la línea contra un enemigo invisible.

La principal preocupación: las partículas suspendidas en el aire
Sin embargo, nuestra comprensión de la transmisión de la COVID-19 se transformó radicalmente a medida que surgieron nuevas investigaciones. Una revelación sin precedentes fue la contundente demostración de la transmisión por vía aérea entre el coro de una iglesia, donde el virus se propagaba sin esfuerzo entre los cantantes, sin las restricciones de la distancia o las barreras plásticas.
Del mismo modo, un Estudio italiano proporcionó pruebas convincentes de que una ventilación adecuada reduce drásticamente el riesgo de infección, destacando el papel vital del movimiento del aire en la mitigación de las enfermedades. Estos estudios mostraron un panorama claro: sin una ventilación adecuada, el aire de las escuelas podría convertirse en un transportador silencioso de patógenos.
Sin embargo, muchos Las escuelas estadounidenses luchan contra el envejecimiento de la infraestructura, se descubrió que los sistemas de HVAC inadecuados y los presupuestos restringidos estaban rezagados, ya que los tipos de cambio de aire estaban por debajo de los niveles recomendados, lo que contribuía a varios brotes evitables y subrayaba necesidad de mejoras urgentes en la gestión de la calidad del aire interior.

El futuro de la salud de los estudiantes es construir salud
El imperativo de crear ambientes interiores saludables se extiende mucho más allá de la pandemia. Con los estadounidenses, especialmente con los niños en edad escolar, pasar una parte importante de su tiempo en interiores, la calidad del aire que respiran es primordial. La pandemia de la COVID-19 ha sido una llamada de atención, ya que ha puesto de relieve el papel fundamental que desempeña el fomento de la salud en la prevención de enfermedades y el bienestar de los estudiantes.
En el futuro, las escuelas deben adoptar estrategias como la purificación del aire en tiempo real monitoreo de la calidad del aire, ventilación eficiente y filtración avanzada. Estas intervenciones, junto con las prácticas de energía sostenible, pueden establecer un nuevo estándar de calidad ambiental interior. El futuro de la infraestructura de salud educativa no solo busca combatir los desafíos actuales, sino también invertir en soluciones proactivas.
Al aplicar las lecciones que tanto nos costó aprender de la pandemia, podemos aspirar a crear espacios educativos en los que el aire no solo sea seguro para respirar, sino que contribuya activamente a la salud y la vitalidad de los estudiantes, fomentar los entornos escolares donde el aprendizaje y el bienestar están inextricablemente unidos.